Este libro es una colección de pequeños ensayos libres, relatos autobiográficos que buscan ofrecer una catarsis para sanar. Son experiencias de alegría, amor, dolor y un resurgimiento espiritual, capturadas en escritos nacidos de numerosos "trancazos" y del mismo número de levantamientos, ya sea a gatas o con paso firme. Todos vivimos amores y dolores, pero lo importante es abrazarlos, aceptarlos, llorarlos. Muchas veces nos dicen que no debemos dejarnos llevar por los sentimientos, pero yo digo que sí. Entregarse a ellos es la mejor manera de liberarse y crecer. Vivir el amor con intensidad, sin miedo, a pesar de las advertencias de “no te des por completo”, es la esencia misma de la vida. Porque si no lo haces, un día puede que ya no haya un "después", y lo que no diste por orgullo o por miedo se convierte en una carga pesada.
Con el dolor sucede algo similar: hay que enfrentarlo, caminar sobre él como si fuera fuego, cuidando cada paso para no quemarse más de lo necesario. Al final, sientes el alivio de haberlo superado, aunque te queden heridas que se transformarán en cicatrices, recordatorios de lo vivido, para que nunca lo olvides.
Sé que nadie quisiera estar en mi lugar: haber sobrevivido a un aneurisma cerebral, lidiar con un infarto cerebral como complicación, perder al amor de mi vida —mi compañero— y enfrentar un dictamen de invalidez física. En solo un par de años, mi vida cambió por completo, no solo por lo malo, sino también por las bendiciones. Porque en medio de ese mar embravecido, Dios me tendió su mano, como si me ofreciera una barca para llegar a tierra firme.